En este post, continúan las aventuras de Alicia aprendiendo sobre lógica a través del espejo. Si quieres empezar a leer la historia desde el principio, puedes hacerlo AQUÍ. Si quieres ver todos los posts de esta categoría, puedes hacerlo AQUÍ.
— Si usted dijera eso, tendría que deducir que está usted mintiendo, ¡lo cual es imposible!
— Correcto, menos mal que no lo dije. Otra vez estaba hablando con una pieza y uno de los dos (no te diré quién) afirmó que el otro era rojo. Ahora...
— Y supongo que quiere que averigüe de qué color era la otra pieza- interrumpió Alicia.
— ¡No te pases de lista!- replicó el peón enfadado de nuevo- No puedes suponer tal cosa. Podría hacerte cualquier pregunta. Por ejemplo, ¿qué día de la semana era?
— Ay, pero eso no tengo manera de averiguarlo.
— ¿Y qué más da? El caso es que yo podría preguntártelo. No obstante- se calmó-, tienes razón. Iba a preguntarte por el color de la otra pieza. Pero no podías saber que te iba a preguntar eso.
¿De qué color era la otra pieza con la que hablaba el peón rojo?
SOLUCIÓN: si la pieza que hizo la afirmación fue el propio peón 8, entonces la otra pieza era, efectivamente, roja, porque el peón afirmó verazmente que lo era. Si, por el contrario, fue la otra pieza la que afirmó que el peón era rojo, entonces estaba diciendo la verdad, por lo que tenía que ser una pieza roja. En cualquier caso, la pieza con la que hablaba tenía que ser roja.
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