Durante la Segunda Guerra Mundial, las fronteras con Alemania estaban firmemente vigiladas. Nadie podía entrar ni salir del país, excepto con un salvoconducto especial.
Lioba era una viejecita suiza que vivía muy cerca de la frontera sur. Un día, recibió un telegrama en el que le informaban de que su nieto acababa de nacer en Munich. Rápidamente, se puso en marcha e ideó un plan para entrar en Alemania esa misma tarde.
El paso más cercano consistía en un estrecho y largo puente peatonal, que estaba custodiado las 24 horas del día por soldados alemanes. Estos soldados permanecían la mayor parte del tiempo dentro de su caseta y salían a verificar el estado del puente cada 3 minutos. Lioba calculaba que tardaría como mínimo 4 minutos en cruzar el puente, por lo que los guardias acabarían por descubrirla.
Sin embargo, Lioba fue capaz de cruzarlo e ingresar en Alemania sin tener que recurrir a la violencia. Unas horas después, tenía a su nieto durmiendo plácidamente en sus brazos.
¿Cómo lo hizo?
SOLUCIÓN: Lioba ideó una estrategia muy ingeniosa: se puso a cruzar el puente justo cuando los guardias volvieron a su puesto y, cuando calculó que estaban a punto de volver a salir, se giró y comenzó a andar en la dirección contraria, hacia Suiza. Cuando los soldados la vieron, pensaron que estaba escapando de Alemania, por lo que la interceptaron y la hicieron "regresar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario